Calabazas parlanchinas

—Bueno, esto ya está—dices cerrando la caja de herramientas y frotándote las manos en el pantalón para eliminar los restos de tierra.

Te pones en pie y echas un vistazo a tu alrededor. Ha sido un día duro, pero ya has terminado. Odias el trabajo repetitivo y lo de hoy es una de las faenas más repetitivas que te ha tocado hacer nunca. Sensorizar la plantación de calabazas ha sido aburrido. Pero, como decía tu abuela «no hay nada que espere más que lo que lo que se queda por hacer». Así que hoy has madrugado y, apenas el sol se desperezaba remolón en las colinas, ya estabas listo con el instrumental, inyectando los nanobots en las flores de calabaza. Una a una. Las tresmildoscientasesentaycuatro malditas calabazas. Dieciseis horas de calabazas.

Día 10

El sistema funciona. Las lecturas parece que son correctas; por lo menos son lógicas. Los sensores de los nanobots indican que mis niñas tienen todo lo que necesitan: agua, horas de sol, temperatura, acidez, nutrientes… todo dentro de los parámetros. Soy un padre orgulloso.

Dia 25

Las flores se han marchitado y ya puedes ver los frutos. Todo funciona como un reloj. El ordenador se encarga de todo: los nanobots se coordinan entre sí y se comunican con el servidor central para indicarle que necesitan. Emplean un mecanismo de subasta para conseguir los recursos: quien puja más alto se queda con él. Parece injusto, pero funciona bien: cada planta solo consume lo que necesita y, como no hay escasez de recursos, ninguna queda discriminada y todas acaban consiguiendo lo que necesitan. Cada una es ligeramente distinta: el suelo no es uniforme, la orientación hace que la luz varíe ligeramente, los insectos tienen preferencias por unos sitios y no por otros… todo eso hace que cada una de mis niñas sea diferente. Mis niñas… ¿tendría que ponerles nombre?

Día 52

He encontrado un módulo de control del sistema de crecimiento automático que incluye un sistema generador de habla para los nanobots. Con él no necesitas estar leyendo valores de la terminal: los datos y gráficas se traducen a mensajes de voz. De repente, ha sido como estar en una lonja ¡qué actividad! me agotaba solo de oír a los broker negociar por los turnos de riego o la subasta por la concentración de fertilizante. Y había algo más. Un ruido de fondo ininteligible, pero que estaba ahí. Esos ruidos que los notas cuando paran. Sé que son ellas, pero es imposible: no pueden estar en el canal de los nanobots. No son ellas las que los controlan, soy yo ¿soy yo?

Día 70

Creo que apenas en un mes ya estará lista la recolección. El proyecto está siendo un éxito. La red de nanobots ha configurado de forma autónoma una gran comunidad y están consiguiendo mantener la cosecha en condiciones óptimas. Han sido capaces de controlar la plaga de mosca blanca ellos solos. He cortado una de las calabazas para analizarla y guardar muestras. Me he llevado un susto de muerte: cuando la he cortado en dos, un chillido agudo e interminable ha hecho que se me cayera el instrumental al suelo y he salido disparado a la puerta. Al pasar por el salón, la televisión estaba encendida. Soy un cobardica.

Día 91

Los tallos se están secando y las niñas tienen un color naranja magnífico. Calculo a ojo que voy a recolectar más del 90% de las que planté. Ya he dejado listas las herramientas para ir arrancándolas. Gracias al sistema de crecimiento automatizado tengo datos de sobra para poder replicarlo. La próxima temporada plantaré en condiciones distintas para que el sistema aprenda otras configuraciones. Si funciona, poco a poco iremos ampliando los tipo de cultivo.

—Esta es la última entrada del diario, capitán.

—Etiquétalo y déjalo con el resto de pruebas para que lo lleven a la central. No podemos hacer nada más aquí. Encárgate del informe cuando lleguemos y pásalo a personas desaparecidas.

El coche patrulla se alejó de los terrenos de la universidad y un murmullo apenas perceptible acompañó a los sonidos del atardecer; parecía que cantaban.