Desierto Rojo

Abres los ojos. No reconoces lo que tienes alrededor. Sin embargo, te resulta familiar. Intentas moverte, te sientes ligera. No debería ser así. Has repetido esto en el entrenamiento una y mil veces. Lo más duro siempre era perder el conocimiento y empezar de nuevo. Pero esta vez va en serio, no es un entrenamiento, esto es real ¿es real?

El desierto rojo te aturde. Espera. No es necesario verlo así. Cambias de registro: primero hacia arriba. Pasas a ultravioleta y se vuelve todo verde. Pero no es un verde de vida y no te aporta información extra; lo desactivas para centrarte en lo importante. Probemos hacia abajo. Empiezas por los infrarrojos… nada. Hace frío. No lo sientes, pero lo ves en el azul de la imagen. Bueno, tampoco sabes realmente qué es eso de «azul», pero es como te han enseñado a interpretarlo. Sigues bajando y en todas las frecuencias solo recibes ruido, como esperabas. Lo contrario habría disparado todas las alarmas.

Te desperezas, estiras tus articulaciones y te preparas para ponerte en marcha. «Va a ser un día largo» piensas «y aquí no hay café».