Los dioses del fin del mundo

Sabíamos que este día iba a llegar: que nuestro planeta acabaría convertido a cenizas cuando el sol se transformara en una gigante roja. Solo que pensábamos que tendríamos más tiempo y que, para entonces, habríamos descubierto otros planetas habitables, viajaríamos más rápido que la velocidad de la luz y habríamos conquistado media galaxia.

Pero no hemos contado con el factor humano y nuestro “el lunes empiezo”. Han pasado millones de años y la humanidad no ha hecho más que empezar de cero una y otra vez. Sin aprender. Hemos arrasado el planeta mil millones de veces. Nos hemos masacrado entre nosotros mil millones de veces. Hemos agotado todos los recursos mil millones de veces. Los otros dos mil millones, ni lo sé. Nunca hemos conseguido salir del cinturón de Kuipier ni descender a las profundidades de los océanos. Bueno, una vez sí… cuando agotamos todo el agua de la Tierra, pero no quedó casi gente para contarlo.

Ahora ha llegado una gran nave y nos han dicho que van a tratar de conservar la herencia genética de nuestro planeta. El capitán se llama Neivruhxy Oehykh Eoksig, pero todo el mundo lo conoce como Noé. Espero que deje entrar en su nave también a una pareja de humanos.


Este es el último relato del campamento de verano. Me gustó la experiencia, aunque no siempre escribía cada día. A veces necesito dejar mi cabeza en barbecho hasta que llega la idea feliz. Por suerte, no me juego las habichuelas con esto, así que me puedo relajar y, simplemente, esperar.