Sirena quejumbrosa

ARticulated Intelligence for Exploration in Lyquids (Ariel) tiene el cuerpo adaptado para recorrer los océano de Titán. Las condiciones extremas no lo hacen fácil: una temperatura de casi 180 ºC bajo cero y una densidad aproximadamente la mitad que el agua. Pero desde el primer momento todo fueron problemas.

Nada más activarla en su destino, sus primeras palabras fueron “Este sitio no me gusta”. No le dimos importancia, pensábamos que era una broma de quien la había programado. “Huele fatal” se quejó al acercarnos al mar de metano. La sumergimos en seguida en el muelle de la estación internacional, a lo que respondió sacando la cabeza con un “Brrrrr, qué fría”. Le dimos las órdenes para que ejecutara el programa de diagnóstico completo. Descendió hasta el fondo con dificultad a pesar de sus 150 kg de peso. “Está oscuro” Si hubiera tenido rasgos humanos, habría hecho un mohín.

Los parámetros estaban dentro de lo normal y dimos la prueba por finalizada. Abrimos la compuerta del canal para que volviera a su tanque en la estación. Funcionaba correctamente, el personal tendría que aprender a soportar a un robot quejica. Y nos dirigimos a la nave para continuar con las entregas.