Sunspring: un corto escrito por un ordenador

¿Las máquinas pueden escribir? Benjamín está aquí para demostrar que sí se puede. Más o menos. Sunspring es un corto de ciencia ficción dirigido por Oscar Sharp y escrito por Benjamin: un programa creado por Ross Goodwin.

Benjamín es un programa que, empleando técnicas de inteligencia artificial, ha escrito el guión de un corto de ciencia ficción que se ha presentado al Festival de Ciencia Ficción de Londres. Puedes leer la versión final del guión Sunspring para ver lo que escribió. Luego, los actores trataron de darle más sentido, aportando carácter y personalidad a los personajes o entonación a las expresiones. El resultado fue el corto de 9 minutos que tienes al final de esta entrada.

El propio Ross Goodwin explica todo el proceso, desde los antecedentes con Neural Snap: una aplicación que escribía un poema a partir de una imagen (el código fuente de NeuralSnap está disponible), hasta el algoritmo que emplea Benjamín para escribir sus guiones, explicando todos los pasos, los problemas que iban apareciendo, las distintas estrategias que empleó y los resultados (buenos y malos) que fue obteniendo hasta la versión final.

Un poco de teoría

Básicamente, emplea una red neuronal recurrente. Y aquí es cuando me acabo de meter en un lío. A ver cómo explico esto. Las redes neuronales son una técnica de aprendizaje creada por McCulloch y Pitts en 1943. Consiste en construir una red de neuronas artificiales que simula la organización del cerebro. Una neurona es simplemente una función matemática que realiza un cálculo a partir de unos datos de entrada, que son los que le proporcionan las otras neuronas a las que está conectada (a través de las dendritas en las neuronas reales). Pero además, para que se produzca el resultado y se envíe a sus vecinas (a través del axón en las neuronas vivas), las entradas deben superar un umbral de activación. Es decir: si la entrada no tiene la «fuerza» suficiente como para activar a la neurona, esta permanece inerte.

neurona artificial

El cerebro tiene unos 100.000 millones de neuronas y (esto es lo complicado) cada una de ellas puede conectarse con entre 5.000 y 50.000 neuronas, lo que hace unas 1015 conexiones en total (1.000 billones de los nuestros). Todo esto es demasiado para un ordenador, incluso para los actuales. Así que las redes neuronales artificiales son mucho más simples, tanto en tamaño como en organización. Una de las más típicas es la denominada perceptrón, en la que las neuronas están organizadas en capas y cada una de ellas solo pasa información hacia adelante, a la capa siguiente.

ren recurrente y perceptron

Pues bien, una red neuronal recurrente, como la que emplea Benjamín, permite cualquier tipo de enlace. Y eso hace que se estas redes se parezcan más a cómo funciona nuestro cerebro, pero que también sean más impredecibles y no hay unos procesos claros sobre cómo entrenarlas, es decir, cómo conseguir que aprendan. Porque las redes funcionan como nosotros: hay que darles datos de entrada para que se ajusten las conexiones entre ellas de manera que luego reconozcan otros patrones. Este tipo de red es la que emplea, por ejemplo, el teclado predictivo de tu teléfono.

Piensa en cómo aprendes a leer. Te enseñan la forma de la «a», la mayúscula y la minúscula. Pero no solo una, tienes que ver muchas y al final eres capaz de reconocer las aes, incluso las escritas a mano… incluso con mi letra. Pues eso mismo hay que hacerle a una red neuronal: enseñarle ejemplos de lo que quieres que aprenda. A esa fase se la llama entrenamiento. Y a Benjamín lo entrenaron con un montón de guiones de películas y series de ciencia ficción de los años 80 y 90 (lo que supone un sesgo importante en mi opinión)

Sunspring benjamin

Inteligencia ¿artificial o natural?

Pensarás «es trampa: si le pasas guiones de otras películas hará un refrito y ya está. Eso lo hace cualquiera» Bueno, sí, pero realmente, de una forma u otra, todos escribimos haciendo refritos. Somos lo que leemos, lo que vemos, lo que oímos, lo que sentimos. Eso nos hace tener una experiencia de vida y, cuando intentas exprimir tu creatividad, todo eso se funde para tratar de dar vida a algo nuevo. Y unos lo consiguen con mejor fortuna que otros (yo soy de los otros).

Si alguna vez has leído en voz alta, recitado un poema o cantado una canción, pero de esas veces que lo haces desde dentro, afloran sentimientos, recuerdos que te hacen interpretarlo de una forma particular. Y eso es lo que conecta con los que te oyen, porque se dan cuenta de que estás contando una historia, de que dentro hay algo de verdad en eso que dices.

Ese suele ser el defecto de la música enlatada: es excesivamente regular, perfecta… artificial. La humanidad se resume en una palabra japonesa que hace muchos años me descubrió Carlos: «wabi-sabi»; la belleza de lo imperfecto; pequeñas imperfecciones que hacen que el conjunto sea perfecto, como el lunar de Elizabeth Taylor. Por otra parte, también en la perfección encuentras la humanidad. Por ejemplo, para mi, la interpretación de Glenn Gould de las variaciones Goldberg raya en la obsesión por la medida. Si la oyes con un metrónomo y se desincroniza… tira el metrónomo :-) Pero cuando la escuchas, reconoces perfectamente que no es una interpretación automática, como un midi o la música de un videojuego ¿por qué? quizá Glenn Gould no es tan perfecto.

El problema con las máquinas es que lo tienen que fingir de alguna manera. Pero aquí surge una pregunta interesante. Si la respuesta es la misma que daría un persona ¿por qué considerarla artificial? Además ¿sabemos realmente cómo funciona el cerebro?  O como dice el refrán ”si parece un pato y se mueve como un pato… ¡probablemente es un pato!”. Si has leído El Hombre Bicentenario y muchos otros relatos de Asimov te habrás encontrado con discusiones sobre este tema. Por ejemplo, en  «La prueba», publicada en Yo, robot. Algo que tiene la misma respuesta que una persona en su misma situación, algo indistinguible de un humano ¿no tendría derecho a esta consideración de humanidad?

Sunspring

Aquí tienes el corto para que puedas opinar con conocimiento de causa. En mi opinión, es demasiado caótico, abstracto, incoherente, sin sentido, incluso para ser de ciencia ficción. Pero no por decisión propia, si no como resultado de la simplicidad de Benjamín. Todavía está lejos de poder construir una narrativa compleja. Pero lamento deciros que simplemente es cuestión de tiempo. Luego está el Arte, así, con mayúsculas, y en otro momento podemos discutir sobre eso. Pero todas las series o películas que ves ¿son arte? ¿no tienes la sensación de que muchas son refritos y no aportan nada? Esas serán las primeras en ser sustituidas.

(vía Benjamin: la primera inteligencia artificial escribe guiones, por El País)