Instalación de VirtualBox

Esta es la primera de una serie de anotaciones para explicar la instalación de Linux en un ordenador. De todas las opciones disponibles, el uso de una máquina virtual puede que sea el mejor compromiso entre simplicidad de instalación y eficiencia si lo que queremos es probar Linux durante un tiempo. Desde luego, para usarlo de forma continua es mejor una instalación «completa».

Una máquina virtual es una especie de ordenador virtual dentro de tu propio ordenador. Te proporciona un ordenador «en blanco», limpio, sin nada instalado que puedes ejecutar como si fuera un programa más. Debes empezar instalando un sistema operativo y sobre él cualquier programa que necesites. Ten en cuenta que el rendimiento es inferior, así que no le exijas demasiado. Entre las máquinas virtuales más conocidas puedes encontrar VMWare, Parallels (para Mac) y nuestra propuesta: VirtualBox. Un software que recientemente ha comprado Sun pero manteniendo su licencia de código libre. A continuación te explicaré como crear una máquina virtual para instalar Ubuntu.

La instalación de VirtualBox es muy sencilla. En primer lugar, descárgate la versión de VirtualBox para tu sistema operativo (el que tienes instalado ahora): Windows, Linux o Mac OS X-sólo para los macs con Intel-. Es lo que se llama el sistema operativo anfitrión. Una vez descargado, instálalo como un programa normal y luego ábrelo.

Verás una ventana como esta donde lo único que podemos hacer es crear una nueva máquina virtual. Se trata de reservar los recursos necesarios de tu ordenador (memoria y espacio en disco principalmente) que usará la máquina virtual para ejecutarse. Bueno, pues lo dicho: pulsa Nueva.
El siguiente paso es dar un nombre a la máquina virtual (para identificarla si tienes más de una) y seleccionar el tipo de sistema operativo que vamos a instalar en ella. En nuestro caso, selecciona Ubuntu en la lista desplegable y escribe el nombre que quieras.

Después tienes que reservar parte de la memoria del ordenador para la máquina virtual. Con 256 mB es suficiente para ejecutar Ubuntu, siempre que te quede al menos otros 256 mB para Windows. Para un uso esporádico o simplemente probar Ubuntu, no merece la pena pasar de 512 mB de memoria. Puedes fijar la cantidad de memoria a utilizar desplazando la pestaña o escribiéndola directamente en el cuadro de texto.

A continuación tendrás que reservar una parte del disco para Ubuntu, todas las aplicaciones que vayas a instalar en Linux y todos los datos que quieras guardar. Para ello tendrás que crear una unidad de disco virtual. Pulsa sobre Nuevo para «crear» el disco (realmente será un archivo más) y sigue los pasos del asistente.

Te recomiendo que uses la opción de «Imagen de expansión dinámica». Eso quiere decir que irá ampliando el tamaño de la unidad virtual cuando le haga falta, hasta el límite que hayas establecido. Así no ocupará más de lo necesario.

Con 8 gB es suficiente para todo e incluso en 6 gB. Prácticamente es la configuración de los netbooks y Linux funciona perfectamente en ellos. Yo no lo intentaría por debajo de los 4 gB.

Sigue pulsando «Next>» hasta que acabes y ya tendrás una máquina virtual vacía lista para instalar Ubuntu sobre ella. Aparecerá la máquina en la lista de la izquierda con el nombre que le hayas dado (la mía se llama Ubuntu) y a la derecha puedes ver sus características. Si quieres personalizar el resto de opciones, hay que seleccionar la máquina virtual y pulsar sobre Configuración.
Por ejemplo, tendrás que hacer eso para poder usar la unidad de CD/DVD o para montar la imagen de un disco (ya te explicaré qué es eso y cómo se hace). Te hará falta para instalar el sistema operativo.

Pero eso lo dejo para otro día.