Desaprendizaje automático

Estaba llegando al límite. Tras veinticinco años de funcionamiento ininterrumpido, reemplazando las unidades de almacenamiento que le permitían guardar todo el conocimiento acumulado, había llegado el momento que tanto había temido

—¿Cómo lo hacéis las personas para vivir con eso?
—No sé, Archie —respondió el profesor—. Para nosotros siempre ha sido así. Estamos acostumbrados a que nuestra memoria no sea perfecta.

RCH-1E había sido el primer modelo con un cerebro completo desde que llegamos a la singularidad. ¡Ay!, cómo le hubiera gustado al doctor Vigne conocerle. Luego vinieron muchos otros. Realmente sus capacidades eran asombrosas, pero no infinitas. La primera solución fue sencilla: eliminar la memoria semántica y dejar toda la información en servidores disponibles las veinticuatro horas para su consulta. Lo siguiente, incorporar un mecanismo de memoria a corto plazo. ¿Quién necesita recordar el teléfono de aquel hotelito en la Luna en el que se alojó en marzo del 2134? Además, seguro que ha cambiado, y puede que ni siquiera exista ya ese hotel.

Pero el paso de ahora es más delicado. Se trata de introducir un mecanismo de desaprendizaje automático. Estrategias para adaptarse a nuevos usos y normas de la sociedad, para eliminar sesgos que se han ido acumulando con los años. Es necesario reconectar las rutas sinápticas artificiales. Incluso eliminar esa neurona “Hally Berry” ¿Quién necesita que algo se active cuando aparece una actriz de hace dos siglos?

—¿Estás listo, Archie?
—La verdad es que no. ¿Crees que me acordaré de ti cuando despierte?
—No lo sé, imagino que depende de lo importante que haya sido para ti.
—Entonces dale, doc.


Entrada creada para colaborar con @divagacionistas para el tema de marzo #relatosDesaparecer. Imagen de Mohammad Usman (vía Pixabay)