Las programadoras del ENIAC

Una computadora no es más que un montón de chatarra sin los programas que hacen de ella una máquina con posibilidades infinitas. Qué te voy a contar, si llevas en el bolsillo un dispositivo más potente que el que envió al Apolo XI a la Luna.

Recuerdo la primera vez que encendí un PC. Fue en la sala de ordenadores de la universidad: la pecera (obvio). Te sientas, pulsas el boton para encenderlo…

C:/> hola
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C:/> soy tonto
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Y así hasta que te cansabas y volvías al cabo del tiempo con una caja mágica, con unos discos con los programas que necesitabas ejecutar. Sin ellos, chatarra. Y en los primeros años de la informática era aún peor. Las computadoras no eran nada amigables para las personas y sin el esfuerzo de ellas, quienes las programaron, hubieran sido un amasijo de cables, válvulas y metal.

Las programadoras de los años 40 y 50 son las que hicieron realidad lo que tenemos hoy. Posiblemente no te suenen sus nombres. Seguro que las has visto alguna vez, en esas fotos en blanco y negro de los primeros ordenadores, manejando marañas de cables, conectando circuitos durante días para que, finalmente, el coloso de desperezara y vomitara en apenas unos segundos los resultados de un cálculo que hubiera llevado quizá meses en esa época, milisegundos en la nuestra.

Se han ganado su puesto al lado de otras mujeres con las que compartieron profesión, pero que posiblemente conozcas. De nuevo no por sus nombres, como el de Margaret Hamilton, junto a una pila de papeles tan alta como ella. O el de Grace Murray Hopper, con su uniforme de la marina. Margaret, con la montaña de código que generó con su equipo para el Apolo XI, con su gestión de errores que permitió que el módulo lunar aterrizara… alunizara… alucinara. Grace Hopper, programadora del Mark I y desarrolladora del primer compilador: la herramienta que convierte los programas en código ejecutable por la máquina. Aunque seguro que la conoces por un hecho curioso: la detección del primer «bug» en informática. Si, sí, esa foto del bicho (una polilla para ser precisos) que se había colado junto a un relé y hubo que cambiarlo. Fue ella quien la encontró. Tiene su gracia: Hopper encontrando un bug (grasshopper es saltamontes en inglés). Aunque la palabra bug para referirse a errores ya la había usado Edison, porque también se le había colado uno en un teléfono.

El trabajo de las programadoras del ENIAC era, si cabe, más duro. No tenían nada parecido a un lenguaje. Ni hablar de teclados, ratones, pantallas… Diseñaban los circuitos necesarios para realizar los cálculos y luego conectaban todo el cableado en la computadora. Seis nombres para recordar, aunque sea así, una vez al año. Una línea para cada una es lo menos que se merecen.

  • Kathleen Antonelli
  • Jean Jennings
  • Betty Holberton
  • Marlyn Meltzer
  • Frances Spence
  • Ruth Teitelbaum

Seis mujeres que diseñaron los primeros algoritmos, que nos enseñaron a resolver problemas utilizando un ordenador: eso del «pensamiento computacional» que ahora está tan de moda. Seis mujeres seleccionadas de un grupo de unas 100 matemáticas que durante la segunda guerra mundial (ninguna guerra se merece las mayúsculas) calculaban a mano las trayectorias balísticas.

Hoy necesitamos más que nunca mujeres que programen, que se enfrenten a los problemas de forma distinta, que resuelvan problemas a los que nadie está prestando atención. El mundo necesita programadoras, la inteligencia artificial necesita madres.


Esta entrada forma parte de #Polivulgadores de Café Hypatia en su edición de febrero de 2022. En la imagen, Jean Jennings y Frances Bilas

Para saber más

Lois Mandel. The Computer Girls. Cosmopolitan, Apr 1967. Disponible en archive.org

Marie Hicks. Programmed Inequality. The MIT Press (2017)

Nathan Ensmenger. The Computer Boys Take Over. The MIT Press (2010)

Nathan Ensmenger (2022, Febrero, 15). Technology & Gender

ENIAC programmers project (2022, Febrero, 15) http://eniacprogrammers.org/