Salvación

Séptimo relato escrito para el curso de Ciencia Ficción de Caja de Letras. El tema del ejercicio es «El otro (el alien)». Revisado por Jordi Noguera.

Me encanta vivir en el norte de Groenlandia, especialmente estas semanas en las que los prados aún están verdes y huelen a fresco. Nada que ver con el bochorno de los fiordos noruegos o las costas de Siberia. Luego, los seis meses de verano se encargan de secarlo y ese mar de trigo se convierte en una superficie rígida y dorada, lista para la siega. Pero no es suficiente para poner en marcha el molino e intercambiar la harina por algún otro producto. Ya apenas hay nada para comerciar y tampoco quedan muchas personas con las que hacerlo.

El permafrost se ha derretido y ha liberado a la atmósfera todo el metano retenido. El calentamiento no tiene vuelta atrás. El planeta será inhabitable dentro de unas décadas en el mejor caso. No se podrá vivir en la superficie y no tenemos tiempo para construir ciudades subterráneas para los que quedamos. Lo estamos intentando, a contrarreloj, pero todo el mundo sabe que llegará un momento en el que habrá que decidir quién entra y quien no.

En otra época la llegada se podría haber ocultado. Seguro que los gobiernos habrían tratado de hacerlo. Ahora da todo igual. Entro en casa corriendo y, sin quitarme la ropa, llamo a gritos.

—¡Gemma, rápido, conéctate al directo! ¿te has enterado de lo que está pasando?

—No, que, que… ¡QUÉ!

En todos los canales aparecen las mismas imágenes y la misma narración.

 

La boca de un túnel se abre en algún punto entre la Tierra y la Luna y de ella emerge una estructura inmensa, indiscutiblemente artificial, indudablemente alienígena. La transmisión llega casi a la vez. Desde luego, no son discretos, como esos amigos que llegan a tu casa tocando el claxon desde la esquina. Las cabeceras del mensaje incluyen una tabla de correspondencia: una piedra roseta que nos proporciona la traducción a varios idiomas. Para cuando la nave termina de salir del agujero, ya hemos programado un sistema que nos permite traducir los mensajes.

Dentro de la nave, unas criaturas discuten.

—¿Hemos llegado a tiempo?

—Yo creo que sí. Fíjate en las lecturas: apenas les quedan un par de zonas en los polos habitables para su especie. No sé cuántos habrán llegado a ser ¿diez mil, veinte mil millones? Y míralos ahora. ¿Has enviado el mensaje?

—Sí, en cuanto empezamos a salir del túnel. He incluido las transcripciones utilizando los mensajes y las ondas de radio que llevan emitiendo a lo loco al espacio en las últimas décadas, como nos dijeron. Que suden un poco para hacerse entender.

 

Han enviado una gran nave en la que cabremos todas las personas que quedamos en el planeta. Nos van a llevar a otro que es habitable para nosotros, a unos cientos de años luz. Vamos a viajar en una tuneladora, como la llaman. O al menos es la traducción más ajustada que tenemos. Una máquina capaz de abrir túneles para viajar a otro punto del universo en lo más parecido a una línea recta en lugar de estar atados a la curvatura del espacio. Como hacer un pasadizo directo para visitar a nuestros vecinos de la Antártida. Hemos intentado tener acceso a esa tecnología, pero ha sido imposible. No seremos más que pasajeros. Dicen que no estamos preparados. Y visto lo que hemos hecho con nuestro planeta, quizá tengan razón.

Las quejas de Gemma son continuas.

—¡No quiero irme, Fran! No es una mudanza, no es como cuando te cambias de casa: vamos a estar meses viajando en una nave para ir a otro planeta. ¡Otro planeta! Esto no es ni medio normal. Y encima tenemos que confiar en esos… ni siquiera sé que aspecto tienen. Seguro que son repugnantes y por eso no se muestran.

—¿Qué prefieres? —replico, por enésima vez en lo que va de semana—, ¿vivir bajo tierra, escondidos como cucarachas? ¿Quieres condenar a esa vida a nuestros hijos, nuestros nietos?

No tenemos opción y lo sabemos. La nave es visible en el cielo desde hace varios días y no ha parado de crecer mientras se acerca. Tiene forma alargada, una especie de cilindro con las puntas redondeadas, casi cinco kilómetros de diámetro y unos 15 o 20 km de largo. O eso nos han dicho; sin referencias, es imposible saber su tamaño. Para la población del hemisferio sur hay otra de idénticas dimensiones. Un reguero de gente lleva días en camino, a pie o en los pocos transportes que quedan disponibles, completando un último viaje antes de la gran migración. «No tenemos tuneladoras tan grandes para albergar a toda vuestra especie», nos dijeron. «De todas formas, esto es más seguro. Si una nave tiene problemas, al menos la mitad podrá sobrevivir». Eso no me tranquiliza en absoluto.

 

En un mundo ya casi despoblado, dos seres mantienen una conversación al fondo de una grieta de la cocina de Fran y Gemma, con la calma de saberte una de las civilizaciones más antiguas del universo. Sus pequeños cuerpos están cubiertos por una escafandra plana, negra y brillante que están desando quitarse. Hablan rápido y apenas están quietos, quizá una conducta heredada.

—¿Te gusta nuestro nuevo hogar Curtis?

—No está mal. Hace frio.

—El efecto invernadero va a hacer que siga subiendo la temperatura. —Da unos pasos—. No quedarán muchos seres vivos. Los imprescindibles. —Se da la vuelta—. Tenemos la máquina de terraformar perfecta. Son egoístas. —Se gira de nuevo—. Sus desequilibrios degradan el clima en unos pocos milenios. Nos dejan unas condiciones perfectas. No necesitan apenas ajustes. Son como un enjambre de langostas. Lo destruyen todo a su paso.

—El coste ha sido muy alto. Tantas hermanas exterminadas. —Curtis también da unos pasos rápidos—.

—Pero era necesario. Al final fue la decisión correcta. Los dinosaurios eran demasiado tontos. Tuvimos que enviar un asteroide a través del túnel. Empezar de nuevo.

—¿Serán más cuidadosos en el nuevo planeta?

—Quizá al principio. Las primeras generaciones. Pero tienen la ambición metida en los genes. No podrán evitarlo. En unos siglos empezaremos a ver los resultados. Ahora están evolucionados. Tardarán menos en asolar el planeta. Cuando tenga las condiciones adecuadas para nuestra especie, podremos continuar con nuestra colonización.