Asesino hipocondriaco

Es metódico, riguroso, preciso, rápido, limpio. Jamás deja pistas y por eso tiene una vida tranquila cuando no está trabajando. Bueno, todo lo tranquilo que le deja ese pequeño TOC. Sin él todo sería mucho más fácil, claro, pero al final ha encontrado una solución para sobrellevarlo.

Aún recuerda su primer encargo. Era algo sencillo, sin complicaciones ¡ja! Sin complicaciones. La primera parte fue fácil por su completa falta de empatía con el género humano. Pero entonces se dio cuenta de todo lo que había tocado… desde esa mañana, toda la gente con la que se había cruzado y con la que se iba a cruzar a partir de ahora ¿habrá huellas? Imposible, llevaba guantes ¿fibras? No, puse un plástico en el suelo, como el de los pintores, así que sangre tampoco. No recuerdo si he estornudado… con este polvo ¿habrá ADN mío? Y ahora ¿cómo salgo? Seguro que me ha grabado alguna cámara. ¿Y mi móvil? ¿A cuántas torres se ha conectado? ¿A cuántas wifi ha hecho peticiones? ¿Me habrán oído los vecinos?

Estuvo una semana sin atreverse a salir de casa, sin usar ningún medio de comunicación. Ni siquiera encendió la tele o la radio “por si acaso”. Y al séptimo día decidió que no podía seguir así. Tenía que encontrar una solución.

Así que ahora, cuando le contratan, llama al señor Black y le encarga el trabajo. Es metódico, riguroso, preciso, rápido, limpio.

¿Humo o escarcha?

Teniente Eireen. Martes, 17 de mayo según el calendario de la Tierra.

Lleva una semana ocurriendo lo mismo: por las mañanas aparece una nube cerca de la zona del volcán y se va desplazando hasta que en unas horas se disipa. Nadie sabe realmente lo que es: humo de la activación del volcán o evaporación del hielo por el calentamiento al salir el sol son las teorías principales.

El dron está volando hacia allí para tratar de obtener una imagen más clara. Está muy cerca de la zona en la que se iba a establecer la base paneuropea, peligrosamente cerca si es humo. Las imágenes que recibimos aún no lo muestra con claridad y aún está demasiado lejos para hacer un análisis de su composición. Aquí tenemos los dedos cruzados para que sea escarcha. Si no, habrá que replantear la misión. Habrá que volver a buscar un sitio para el asentamiento y el cohete está ya de camino.

Según la telemetría estamos a menos de un km del origen de la nube, que está a más de 500 km d aquí. Viaja rápido para no tener atmósfera.

(Transcripción de la grabación de la sala)

Teniente Eireen: Mira, hay una grieta en el suelo: dirige el dron hacia allí. Sí, está oscuro ¿puedes entrar? Ok, pues enciende las luces y adelante.
(murmullos ininteligibles)
Teniente Eireen: OMG, ¿qué es eso? ¡Hemos perdido el dron! ¿Lo estabas grabando? Recupera las imágenes y amplíalo. Eso era algo artificial, pero no es nuestro… ni de nadie humano con esas escalas. Y sea lo que sea está en marcha. Avisa a la base de inmediato, que no aterrice nadie ellí. “Amartice…”, mira Ernest, vete un poquito a la mierda, no estamos para coñas. Decreta alerta máxima

Y así es como los descubrimos. Esa tecnología lleva siglos funcionando sola, parece alguna especie de sistema de terraformación… solo que lo que a lo que está dando forma no es a algo como la Tierra. No sé quienes son, si aún existen, si siguen interesados en el cuarto planeta y qué tipo de relación tendrán nuestros descendientes con ellos. Y me alegro profundamente de que el tercer planeta no les resultara útil. Ojalá hubiera sido humo.

Chica de alambre

Necesitaba piezas de recambio y algunas herramientas, así que bajó a la ferretería. Como siempre, o como casi siempre, cuando tintineó la puerta y entró todos los rostros, masculinos, se giraron al verla entrar.

Es cierto que llamaba la atención. Quizá por su delgadez, para algunos extrema, quizá porque la poca ropa que llevaba apenas conseguía cubrir sus escasas pero bien diseñadas curvas. Pero, qué demonios, era verano, hacía calor, y ellos iban también en bañador y chanclas ¿no? Además, nunca le había importado que la mirasen. A todas partes a la que iba despertaba un sentimiento entre curiosidad, sorpresa, envidia y deseo. A veces todo a la vez. Y su aparición hacía que todas la miradas s dirigieran a ella, aunque fuera de reojo, aunque fuera solo un momento fugaz.

Cuando volvió a casa, sacó la caja de herramientas, las dispuso ordenadamente sobre el banco de trabajo (siempre ha tenido una obsesión por el orden), se desenroscó la pierna derecha y se dispuso a reparar la bomba neumática que le provocaba una ligera cojera cuando subía las escaleras.