Luna roja

A la lista de construcciones humanas visibles desde el espacio hay que añadir las colonias de la Luna. Las redes de cúpulas y tubos más grandes son visibles directamente, pero lo que verdaderamnente las delata, a todas, son las luces instaladas en las cúpulas: azules y verdes principalmente.

Pensábamos que las luces eran simplemente para marcar las posiciones de las cúpulas, para ayudar a las naves a orientarse. Hasta ese día. Al principio fue una luz roja “Mira, alguien ha usado un color distinto”. “Seguro que han sido los rusos o los chinos”, bromeaban otros. Pero luego apareció otra, y otra más, y se iban extendiendo como manchas de moho hasta que en apenas un mes toda la Luna estuvo teñida de rojo.

Alguien nos explicó que se había producido un fallo en cascada de los sistemas vitales. Cuando fallo la primera cúpula, las de alrededor trataron de compensarlo y transferir parte de sus recursos. Así es como estaban programados los módulos. Pero se sobrecargaron y fallaron también. Quizá se hubiera podido controlar si la red de cúpulas se hubiera organizado de otra manera, pero cuando el desastre alcanzó la cúpula principal, con sus decenas de conexiones, supimos que estaba todo perdido. Apenas pudieron rescatar al 10% de los colonos. Esperamos demasiado tiempo sin entender cómo se propagan estos fenómenos. Bueno, hubo quien sí lo entendía y trato de advertirnos, pero no hicimos caso, como tantas otras veces.

Sirena quejumbrosa

ARticulated Intelligence for Exploration in Lyquids (Ariel) tiene el cuerpo adaptado para recorrer los océano de Titán. Las condiciones extremas no lo hacen fácil: una temperatura de casi 180 ºC bajo cero y una densidad aproximadamente la mitad que el agua. Pero desde el primer momento todo fueron problemas.

Nada más activarla en su destino, sus primeras palabras fueron “Este sitio no me gusta”. No le dimos importancia, pensábamos que era una broma de quien la había programado. “Huele fatal” se quejó al acercarnos al mar de metano. La sumergimos en seguida en el muelle de la estación internacional, a lo que respondió sacando la cabeza con un “Brrrrr, qué fría”. Le dimos las órdenes para que ejecutara el programa de diagnóstico completo. Descendió hasta el fondo con dificultad a pesar de sus 150 kg de peso. “Está oscuro” Si hubiera tenido rasgos humanos, habría hecho un mohín.

Los parámetros estaban dentro de lo normal y dimos la prueba por finalizada. Abrimos la compuerta del canal para que volviera a su tanque en la estación. Funcionaba correctamente, el personal tendría que aprender a soportar a un robot quejica. Y nos dirigimos a la nave para continuar con las entregas.

Fuente perdida

−Hola, disculpa que te pregunte, ¿no habrás visto por casualidad…? Claro, perdona, no pasa nada.

−Oiga señor, estoy buscando… sí, sí, eso mismo. Ah, vale, gracias, disculpe

−¿Lleváis mucho tiempo aquí, chicos? Ya… es que pasé esta mañana y creo que quizá… no sé si por aquí… ¡ah! Gracias de todas formas

−Buenas tardes. No sé si alguien se ha encontrado una cosa en la calle. A lo mejor se la ha dejado a usted, Ah, que ha entrado a trabajar hace un rato. ¿Que puedo mirar en esa caja? No creo, pero… No, me lo imaginaba. No está. Gracias.

No hay nada que hacer, creo que definitivamente la he perdido. Estoy segura de que la tenía por la mañana cuando me he levantado. Pero cuando he ido a usarla esta tarde ya no estaba. He mirado por todos lados, he deshecho mis pasos de la mañana en vano. ¿Qué voy a hacer ahora? Sin ella no soy nada. He perdido la fuente de mi inspiración.